viernes, 25 de enero de 2008

YOGA Y CONSCIENCIA

     El yoga es el estudio y aprovechamiento de la energía universal individuada en el ser humano. Las diversas técnicas yóguicas trabajan sobre las distintas manifestaciones energéticas en la persona: físicas, emocionales, mentales, etc. Consideremos una de las más importantes manifestaciones: la mental.
   La mente, sujeta a presiones y condicionamientos en el hombre común, puede tomar dos direcciones: hacia lo positivo y hacia lo negativo, apagándose o iluminándose. Se puede considerar como un espectro cuyos extremos son la inconsciencia en el extremo negativo y la supraconsciencia en el positivo. El que la mente se incline en uno u otro sentido depende según el yoga del entrenamiento adecuado y el perseverante acondicionamiento de la misma. Dicho entrenamiento yóguico consiste principalmente en técnicas de concentración, meditación y contemplación. La concentración es la fijación de la energía mental sobre el objeto seleccionado. La meditación es la prolongación de la concentración, y cuando el individuo que se concentra, el proceso de la concentración y el objeto de la concentración se funden en una única experiencia directa, surge la contemplación.
   ¿Cuál es el objetivo último de tales técnicas? En el Yoga siempre tenemos ocasión de escalar hacia más elevados objetivos, es decir, que no se puede hablar de un objetivo final absoluto, porque tal sería condicionarlo. Cada proceso ex experimentado para pasar al siguiente, ascendiendo escalones en la gran escalera hacia la iluminación. Es un proceso continuo y sin fin. Es el fértil y extraordinario proceso yóguico. Saber que siempre puede subirse un nuevo escalón, conquistarse una nueva fase es la máxima satisfacción y el mejor estímulo para el yogui.
   A través de a concentración, la meditación y la contemplación, el yogui trata de conocer y comprender las energías que conforman su existencia, y el funcionamiento de las mismas dentro y fuera de sí mismo. Porque comprender dicho funcionamiento es evitar el sufrimiento que la ignorancia del mismo proporciona; porque comprenderla es ya en cierto modo comenzar a controlarlo y poder sujetar, canalizar y utilizar sabiamente las energías para fines positivos y provechosos para uno mismo y para los demás.
   El yoga es una búsqueda de la sabiduría, de la iluminación. El proceso de búsqueda adquiere en el yoga un alto significado y una importancia capital. Dicho proceso no puede ser aprehendido por la mente ordinaria a través de los pensamientos ordinarios. Hay que moverse con la corriente del proceso, no pensándolo, sino viviéndolo, cambiando cuando el proceso cambia, uniéndonos al proceso y fluyendo con el proceso mismo. Así nos convertimos en el proceso, somos el proceso mismo. De hecho, aunque lo ignoramos, siempre somos uno u otros procesos, y engañados por nuestra vanidad y la falsa imagen que fabricamos de continuo sobre nosotros mismos, creemos equivocadamente que somos dueños de nosotros mismos, que originamos nuestras propias acciones, cuando en realidad nuestras acciones no son más que reacciones involuntarias a los estímulos e influencias provenientes del mundo exterior o de nuestro propio subconsciente. En la gran mayoría de los seres humanos, estas reacciones son siempre automáticas, mecánicas. El individuo en su ignorancia, en su sueño profundo, se cree consciente, dueño de sus propias reacciones, cuando la triste y alarmante verdad es que, salvo el hombre realizado, todos los seres humanos somos como barcos naufragando de continuo en un turbulento y caótico mar de energías.
   El hombre liberado es aquel que ha descubierto la inconsciencia en que vivía, ha sido capaz de comprender y, sometiendo férreamente su voluntad, ha comenzado a vivir una existencia con la mente despierta, emancipada de todo engaño, de toda ilusión. Convirtiéndose en dueño absoluto de sí mismo, puede determinar sus propios pensamientos, emociones y actos. Deja así de ser pensado por sus pensamientos, de ser arrastrado por sus emociones, de reacciones mecánicamente.
   Debemos obtener plena consciencia del proceso, de nuestro fluir existencial, de nuestro ser ontológico. Intentar comprender la verdad sin conocer la mentira es como intentar comprender la luz sin conocer la oscuridad. Intentar comprender nuestro verdadero Yo sin conocer el no-yo es como intentar comprender la muerte sin haber vivido. Como declara el Tao-The King. “Desde el no-ser comprendemos su esencia”.
   El camino del yoga es fácil de entender. Pero comprenderlo de veras, llevarlo a la práctica y vivirlo es sumamente difícil, porque como nos indica el Dhammapada, “más valiente es aquel que se conquista a sí mismo que el que conquista a mil hombres en mil batallas”.
   Cuando el sol se encuentra bajo en el horizonte y se proyecta sobre una persona de pie, alarga su sombra sobre la superficie de la tierra. A medida que el sol va trepando por el firmamento, se va reduciendo la sombra más y más, hasta que una vez en el centro del cielo, la sombra se disipa por completo. ¿Qué es el Yoga sino esta elevación del sol interior del hombre hasta que no queda sombra alguna en su mundo interno? Y cuando este sol reluce plenamente en nuestro mundo interno y se destierra toda oscuridad surge un luminoso estado de claridad, verdad, goce y serenidad.


Simon Mundy
Especialista en orientalismo y coautor
De varias obras orientalistas con Ramiro Calle

Colección fascículos Yoga , TOMO 1, (Ramiro Calle)