viernes, 2 de noviembre de 2007

RELAJACIÓN CONSCIENTE

INTERES DEL EJERCICIO DE RELAJACIÓN CONSCIENTE

La relajación consciente produce una serie de efectos que la hacen superior al sueño profundo. Porque además de las ventajas del descanso físico –recuperación de la fatiga corporal y mejor funcionamiento general de todo el organismo- aumenta la energía consciente. Y es éste el primer efecto que la diferencia del sueño profundo.
Aumenta además el dominio de la mente, y a la vez la claridad, el poder de penetración y el autoconocimiento. Aquí este autoconocimiento lo hemos de entender en la acepción de aprender a verse a sí mismo, no de teorizar sobre sí mismo ni definirse mediante una serie de cualidades y defectos. Verse inmediatamente, percibir nuestras tendencias, nuestros puntos débiles y fuertes, nuestras aspiraciones, nuestros miedos, en fin, todos los dinamismos vivos que animan nuestra existencia; que éste es el verdadero conocimiento de sí mismo.
Detengámonos a examinar más detalladamente el primero de estos dos efectos. En la relajación general consciente se produce un aumento de energías. Por un lado disminuye hasta un grado ínfimo el consumo de energía: la inmovilidad física, la tranquilidad emocional y el silencio mental hacen que se reduzca al mínimo y el gasto de energía. Pero paralelamente a esta tranquilización subsiste una actividad en la respiración: seguimos respirando y respirar quiere decir renovar energías internas. Normalmente consumimos esta energía en la actividad. Ahora bien, al paralizarse la actividad durante la relajación consciente, esta renovación de la energía interna no se gasta y como se vive conscientemente, el circuito energético pasa por la mente, y por lo tanto se incorpora a ella, cosa que no ocurre en el sueño. Pero, además, durante la relajación –cuando se llega a etapas un poco profundas- se producen desbloqueos del inconsciente. No por completo, porque las resistencias no ceden con facilidad, pero muchos contenidos que estaban reprimidos en el inconsciente aflojan, salen a la superficie, pasan al consciente y esas ideas, recuerdos, impresiones, impulsos, en fin, toda clase de vivencias del pasado que estaban reprimidas dentro, van acompañadas de su correspondiente carga energética. Por lo tanto el desbloqueo, además de constituir una liberación del inconsciente, se traduce en un aumento positivo de la energía del consciente.




Finalmente si la relajación se ha conseguido debidamente, después de una serie de asanas, entonces la energía que se ha movilizado durante los ejercicios, y que está reverberando, que se nota como una especie de halo de vibraciones que estuviera rodeando todo el cuerpo, se absorbe conscientemente durante la relajación: uno se da cuenta, vive la fuerza, la realidad de dicha energía y con ello la mente aumenta en fortaleza y poder.
Estos efectos que pueden parecer pequeños en un principio, son los que producen grandes resultados. No hemos de esperar acciones mágicas, milagrosas sensaciones o fenómenos extraordinarios. Estas pequeñas cosas permiten un aprovechamento óptimo de nuestras energías. Es similar a lo que ocurre después de un buen estudio de racionalización de una empresa: una empresa bien organizada, con los mismos medios disponibles, consigue resultados económicos mucho mejores. Todo cuanto hemos dicho acerca de nuestro psiquismo, de sus leyes y del circuito consciente en el que tenemos que hacer entrar toda nuestra energía se sintetiza así: aprender a conocer cómo funcionamos, dónde están las fuentes de nuestra energía, qué leyes nos mueven, para sacar de ellas –de las leyes y de nuestras capacidades- el máximo rendimiento.

EJECUCION PRACTICA DE LA RELAJACION GENERAL CONSCIENTE

El ejercitante se extiende horizontalmente con los brazos junto al cuerpo, las manos vueltas hacia arriba o abajo, según la comodidad de cada cual, los dedos ligeramente flexionados por ser ésta la postura que espontáneamente adoptan, al relajarse. Cuantas más vértebras toquen el suelo mejor: hay que evitar que la espalda forme arcos. Respecto a la postura correcta de la cabeza, cuando más se avanza en la práctica de relajación, se va notando que a veces no se encuentra uno del todo cómodo: se debe a que tiene la cabeza ligeramente torcida respecto a la posición ideal, que es personal: cada uno debe buscar el punto exacto que le proporcione la máxima comodidad. Las piernas ligeramente abiertas, es decir tal como se colocan cuando uno se estira para descansar a gusto.
Ya estamos a punto de relajarnos. Veamos ahora qué hay que hacer para entrar en el proceso mismo de la relajación.
Ante todo siempre que se empieza un ejercicio o una actividad que requiere cierto tiempo, conviene hacer dos o tres respiraciones completas. La mente queda así dispuesta a emprender con entereza y lucidez lo que sigue, ya se trate de la relajación, de ponerse a trabajar en el despacho o simplemente de comer.


Después ha de formularse con claridad la idea de que se va a descansar o a relajarse del todo. Es importante formular esta idea con claridad por el poder condicionante que tienen las ideas. Todas nuestras actitudes, y nuestras acciones son producto de ideas. Cuanto más claras sean las ideas, más fácilmente nuestra mente inconsciente seguirá y adoptará la actitud adecuada. Llevando a cabo las acciones a que induce. Es conveniente, pues, formarse un cuadro mental de la disposición interna y externa de la relajación que se va a practicar.
A continuación se observa si uno está cómodo. Se hace una respiración completa. Al espirar el aire debe aflojarse todo el cuerpo. Este aflojar el cuerpo ha de consistir en experimentar una sensación parecida a la que se siente por la noche cuando uno está muy cansado y se deja caer en la cama: se suelta interiormente, en un gesto mental de toda la persona de dejarse ir, de abandonar todas las riendas.
Si se ha acabado de hacer ejercicio de Yoga, no es necesario preocuparse excesivamente de empezar la ejercitación sistemática por miembros, brazos, tronco, etc.; como se aconseja en los casos en que no se ha practicado Yoga. Cuando se ha hecho Yoga puede ir directamente a la relajación general; no obstante, conviene repasar un poco el organismo para asegurarse de que todos los miembros están lo más relajados posible; dando para ello la orden mental a cada uno de los miembros, con suavidad, de relajarse totalmente.
Luego hay que seguir con la idea clara de relajación, de aflojamiento general, prolongando ligeramente cada espiración, aflojando cada vez más, sintiéndose uno pegado al suelo, como si el cuerpo entero se hundiera. Los hindúes dicen que el que practica Savasana se ha de sentir como un trapo mojado que queda aplastado en el suelo –hay personas que logran un éxito más rápido imaginándose a sí mismos en forma de imágenes parecidas a ésta que controlando directamente el gesto interno-. Aunque estas imágenes, sólo conviene usarlas en las primeras fases de la relajación, es decir en la relajación puramente física, no después. Es cuestión de repasar todo el cuerpo, de sentir la sensación de que se afloja gradualmente, e ir repitiendo este gesto de aflojamiento a cada espiración. Cuando se ha repetido ya unas seis o siete veces, se descansa, en el sentido de que no se relaja más; pero uno se observa, se mira, se siente, advierte la sensación que viene del cuerpo aflojado. La mente ha de estar entonces vigilante, atenta, consciente de lo que está ocurriendo, de las sensaciones que está experimentando el cuerpo.
Para los primeros días basta lo expuesto.


¿Cómo debe terminarse el ejercicio?

Cuando quiera dar por terminado el estado de relajación, hará lo siguiente:

1º Tener una idea clara de que uno va a cesar en ese estado de relajación y va a incorporarse a la conciencia normal.

2º Respirar, inspirando un poco más fuerte que lo estaba haciendo hasta ahora. Repetir esta inspiración dos o tres veces. Como se ve, ahora se carga el acento sobre la inspiración, mientras antes, para aflojar, se subrayaba la espiración. Se trata de estimular las funciones conscientes, acentuando la fase de inspiración, que es estimulante. Con la inspiración aumenta la circulación de la sangre y se despierta más, volviendo a la conciencia externa.

Cuando haya practicado tres inspiraciones bien hechas, entonces puede mover las manos y los pies, con lo que acaba de ayudar a que la circulación se restablezca, y luego puedan abrirse los ojos e incorporarse a la vida normal sin brusquedades.
Siempre que se da por concluida la relajación, tanto si se trata de un principiante como incluso en el caso de llegar a ser un yogui, es conveniente seguir estos requisitos. Nunca ha de intentar pasar de un modo abrupto del estado de relajación al de conciencia externa, porque puede causar un shok innecesario. Si esta misma precaución la tuviéramos cuando nos despertamos del sueño, nos ahorraríamos el rato, que a veces se prolonga a horas, de malestar, dolor de cabeza y falta de coordinación en los movimientos.



EFECTOS DE LA RELAJACIÓN

Parece mentira que este asana que parece consistir en la estatificación, este proceso de inmovilización mental, produzca efectos tan positivos. Y no obstante cuando se entiende bien la constitución de nuestra naturaleza, se ve claro que ha de ser así. Vivimos siempre en la superficie de nuestro ser, pero dentro de nosotros hay energías, dormidas, capacidades sin explotar, riqueza inagotable de disponibilidades. Unas de orden inferior, que vienen de nuestra herencia animal; otras, un poco más elevadas, que corresponden a períodos primitivos del desarrollo humano: impulsos de agresividad, de hostilidad, ambiciones, etc., y forman parte de nuestro inconsciente analítico. Pero también hay dentro de nosotros todo un mundo inmenso de energías espirituales, de capacidades que para nosotros son inaccesibles mientras estamos tan ocupados, tan obsesionados por nuestra actividad consciente externa.
Únicamente cuando cesamos en nuestra loca carrera se nos ofrece la oportunidad de tomar conciencia de lo que existe en nuestro interior; de lo elemental y primitivo, y de lo sublime también. Por eso es tan importante que la mente esté siempre lúcida, pues sólo así puede empezar a dirigir su atención hacia niveles aspiración espiritual, de conocimiento intuitivo, filosófico, o de amor de Dios, de sentimientos estéticos, etc. La mente es la que dirige el proceso y hace que uno descubra lo que hay en cada dirección; nuestra mente es el timón y no hemos de estar en ningún momento inertes, pasivos, porque podríamos ser víctimas de las presiones de nuestro inconsciente analítico o incluso de fuerzas más primitivas que se originan en el inconsciente colectivo o en otros niveles aún más primarios y elementales.
Para que la relajación sea una técnica positiva se ha de mantener en todo momento la atención central consciente que permite dirigir la marcha, controlarla, seleccionar estados, acelerar, etc. De este modo no se cae en un quietismo negativo, o en los peligros de las falsas espiritualidades o falsas místicas, en las que el abandono del hombre es total y en las que los iniciados son muchas veces víctimas de impulsos reprimidos, con frecuencia primitivos, que rebajan al hombre en vez de ennoblecerle.
Cuando la relajación se cultiva con asiduidad, se producen los siguientes efectos:

1º Un perfecto descanso del cuerpo, que se recupera con mayor rapidez que en el sueño profundo. Si uno está muy cansado por excesiva actividad o por caminatas o sobreesfuerzos físico, media hora de relajación consciente bien hecha, equivaldrá a tres o cuatro horas de sueño profundo.

2º Mejora el funcionamiento del cuerpo en general, y produce la curación de los trastornos originados por hiperactividad orgánica o por tensión, cuando uno se relaja, permite a la naturaleza restañar los trastornos que se debían a un mal funcionamiento por exceso de tensión. Las úlceras de estómago se curan, lo mismo que otros trastornos nerviosos funcionales. Hoy están de moda las distonías neurovegetativas; a través de técnicas como ésta se puede normalizar por completo la situación patológica o ligeramente anormal.

3º Aumenta la energía física, psíquica y mental, por el mecanismo antes apuntado de incorporación de energía al consciente.

4º Tranquiliza, aclara y profundiza la vida afectiva; porque la estabilidad, el silencio, la tranquilidad, permiten que uno sienta las cosas de un modo más profundo y más claro.

5º Permite descansar la mente a voluntad, la gran preocupación de los hombres de negocios y de acción

6º Aumenta asimismo la energía, claridad y penetración de los procesos mentales y el rendimiento mental en general.

7º Desarrolla nuevas facultades de percepción de tipo superior, sentimientos estéticos, intuición, sentimientos espirituales...

8º Se descubren nuevos estados subjetivos de interiorización, empezando a sentirse uno a sí mismo de otros modos que los habituales. Ahora vivimos en unos cuantos estados que nos son conocidos, de estar cómodos, o activos, etc.; pero con la relajación profunda estos estados se amplifican en sentido positivo y se aprende además a sentirse de nuevos modos con una gran serenidad, con profundidad interior, lleno de energía interna, etc.: son estados que se incorporan a la mente consciente y que uno puede evocar a voluntad. Cuando un estado lo hemos tenido muchas veces, lo podemos hacer venir de nuevo y situarnos en él. Pues bien, estos estados profundos que ahora nos vienen de un modo accidental, esporádico, al cultivarlos sistemáticamente mediante la relajación, se ponen a nuestro alcance y uno puede a voluntad, tener serenidad, energía, combatividad. Es decir, disponer de toda la gama de estados y facultades según desee, porque llegan a serle familiares. Como quien aprende a andar por su casa y conoce las habitaciones, y entra donde le parece y abre las puertas que quiere. Mientras que ahora es como si nuestra persona por dentro fuera un castillo encantado: tenemos miedo, no sabemos por donde entrar ni qué nos sucede.

9º Facilita el despertar del desarrollo de una conciencia auténticamente espiritual que surge de modo natural e inmediato, como consecuencia de haber retirado los obstáculos que le impedían manifestarse interiormente. La persona se aclara y se siente más ce
rca de sí misma, de los hombres y de Dios.