viernes, 2 de noviembre de 2007

RELAJACIÓN CONSCIENTE

INTERES DEL EJERCICIO DE RELAJACIÓN CONSCIENTE

La relajación consciente produce una serie de efectos que la hacen superior al sueño profundo. Porque además de las ventajas del descanso físico –recuperación de la fatiga corporal y mejor funcionamiento general de todo el organismo- aumenta la energía consciente. Y es éste el primer efecto que la diferencia del sueño profundo.
Aumenta además el dominio de la mente, y a la vez la claridad, el poder de penetración y el autoconocimiento. Aquí este autoconocimiento lo hemos de entender en la acepción de aprender a verse a sí mismo, no de teorizar sobre sí mismo ni definirse mediante una serie de cualidades y defectos. Verse inmediatamente, percibir nuestras tendencias, nuestros puntos débiles y fuertes, nuestras aspiraciones, nuestros miedos, en fin, todos los dinamismos vivos que animan nuestra existencia; que éste es el verdadero conocimiento de sí mismo.
Detengámonos a examinar más detalladamente el primero de estos dos efectos. En la relajación general consciente se produce un aumento de energías. Por un lado disminuye hasta un grado ínfimo el consumo de energía: la inmovilidad física, la tranquilidad emocional y el silencio mental hacen que se reduzca al mínimo y el gasto de energía. Pero paralelamente a esta tranquilización subsiste una actividad en la respiración: seguimos respirando y respirar quiere decir renovar energías internas. Normalmente consumimos esta energía en la actividad. Ahora bien, al paralizarse la actividad durante la relajación consciente, esta renovación de la energía interna no se gasta y como se vive conscientemente, el circuito energético pasa por la mente, y por lo tanto se incorpora a ella, cosa que no ocurre en el sueño. Pero, además, durante la relajación –cuando se llega a etapas un poco profundas- se producen desbloqueos del inconsciente. No por completo, porque las resistencias no ceden con facilidad, pero muchos contenidos que estaban reprimidos en el inconsciente aflojan, salen a la superficie, pasan al consciente y esas ideas, recuerdos, impresiones, impulsos, en fin, toda clase de vivencias del pasado que estaban reprimidas dentro, van acompañadas de su correspondiente carga energética. Por lo tanto el desbloqueo, además de constituir una liberación del inconsciente, se traduce en un aumento positivo de la energía del consciente.




Finalmente si la relajación se ha conseguido debidamente, después de una serie de asanas, entonces la energía que se ha movilizado durante los ejercicios, y que está reverberando, que se nota como una especie de halo de vibraciones que estuviera rodeando todo el cuerpo, se absorbe conscientemente durante la relajación: uno se da cuenta, vive la fuerza, la realidad de dicha energía y con ello la mente aumenta en fortaleza y poder.
Estos efectos que pueden parecer pequeños en un principio, son los que producen grandes resultados. No hemos de esperar acciones mágicas, milagrosas sensaciones o fenómenos extraordinarios. Estas pequeñas cosas permiten un aprovechamento óptimo de nuestras energías. Es similar a lo que ocurre después de un buen estudio de racionalización de una empresa: una empresa bien organizada, con los mismos medios disponibles, consigue resultados económicos mucho mejores. Todo cuanto hemos dicho acerca de nuestro psiquismo, de sus leyes y del circuito consciente en el que tenemos que hacer entrar toda nuestra energía se sintetiza así: aprender a conocer cómo funcionamos, dónde están las fuentes de nuestra energía, qué leyes nos mueven, para sacar de ellas –de las leyes y de nuestras capacidades- el máximo rendimiento.

EJECUCION PRACTICA DE LA RELAJACION GENERAL CONSCIENTE

El ejercitante se extiende horizontalmente con los brazos junto al cuerpo, las manos vueltas hacia arriba o abajo, según la comodidad de cada cual, los dedos ligeramente flexionados por ser ésta la postura que espontáneamente adoptan, al relajarse. Cuantas más vértebras toquen el suelo mejor: hay que evitar que la espalda forme arcos. Respecto a la postura correcta de la cabeza, cuando más se avanza en la práctica de relajación, se va notando que a veces no se encuentra uno del todo cómodo: se debe a que tiene la cabeza ligeramente torcida respecto a la posición ideal, que es personal: cada uno debe buscar el punto exacto que le proporcione la máxima comodidad. Las piernas ligeramente abiertas, es decir tal como se colocan cuando uno se estira para descansar a gusto.
Ya estamos a punto de relajarnos. Veamos ahora qué hay que hacer para entrar en el proceso mismo de la relajación.
Ante todo siempre que se empieza un ejercicio o una actividad que requiere cierto tiempo, conviene hacer dos o tres respiraciones completas. La mente queda así dispuesta a emprender con entereza y lucidez lo que sigue, ya se trate de la relajación, de ponerse a trabajar en el despacho o simplemente de comer.


Después ha de formularse con claridad la idea de que se va a descansar o a relajarse del todo. Es importante formular esta idea con claridad por el poder condicionante que tienen las ideas. Todas nuestras actitudes, y nuestras acciones son producto de ideas. Cuanto más claras sean las ideas, más fácilmente nuestra mente inconsciente seguirá y adoptará la actitud adecuada. Llevando a cabo las acciones a que induce. Es conveniente, pues, formarse un cuadro mental de la disposición interna y externa de la relajación que se va a practicar.
A continuación se observa si uno está cómodo. Se hace una respiración completa. Al espirar el aire debe aflojarse todo el cuerpo. Este aflojar el cuerpo ha de consistir en experimentar una sensación parecida a la que se siente por la noche cuando uno está muy cansado y se deja caer en la cama: se suelta interiormente, en un gesto mental de toda la persona de dejarse ir, de abandonar todas las riendas.
Si se ha acabado de hacer ejercicio de Yoga, no es necesario preocuparse excesivamente de empezar la ejercitación sistemática por miembros, brazos, tronco, etc.; como se aconseja en los casos en que no se ha practicado Yoga. Cuando se ha hecho Yoga puede ir directamente a la relajación general; no obstante, conviene repasar un poco el organismo para asegurarse de que todos los miembros están lo más relajados posible; dando para ello la orden mental a cada uno de los miembros, con suavidad, de relajarse totalmente.
Luego hay que seguir con la idea clara de relajación, de aflojamiento general, prolongando ligeramente cada espiración, aflojando cada vez más, sintiéndose uno pegado al suelo, como si el cuerpo entero se hundiera. Los hindúes dicen que el que practica Savasana se ha de sentir como un trapo mojado que queda aplastado en el suelo –hay personas que logran un éxito más rápido imaginándose a sí mismos en forma de imágenes parecidas a ésta que controlando directamente el gesto interno-. Aunque estas imágenes, sólo conviene usarlas en las primeras fases de la relajación, es decir en la relajación puramente física, no después. Es cuestión de repasar todo el cuerpo, de sentir la sensación de que se afloja gradualmente, e ir repitiendo este gesto de aflojamiento a cada espiración. Cuando se ha repetido ya unas seis o siete veces, se descansa, en el sentido de que no se relaja más; pero uno se observa, se mira, se siente, advierte la sensación que viene del cuerpo aflojado. La mente ha de estar entonces vigilante, atenta, consciente de lo que está ocurriendo, de las sensaciones que está experimentando el cuerpo.
Para los primeros días basta lo expuesto.


¿Cómo debe terminarse el ejercicio?

Cuando quiera dar por terminado el estado de relajación, hará lo siguiente:

1º Tener una idea clara de que uno va a cesar en ese estado de relajación y va a incorporarse a la conciencia normal.

2º Respirar, inspirando un poco más fuerte que lo estaba haciendo hasta ahora. Repetir esta inspiración dos o tres veces. Como se ve, ahora se carga el acento sobre la inspiración, mientras antes, para aflojar, se subrayaba la espiración. Se trata de estimular las funciones conscientes, acentuando la fase de inspiración, que es estimulante. Con la inspiración aumenta la circulación de la sangre y se despierta más, volviendo a la conciencia externa.

Cuando haya practicado tres inspiraciones bien hechas, entonces puede mover las manos y los pies, con lo que acaba de ayudar a que la circulación se restablezca, y luego puedan abrirse los ojos e incorporarse a la vida normal sin brusquedades.
Siempre que se da por concluida la relajación, tanto si se trata de un principiante como incluso en el caso de llegar a ser un yogui, es conveniente seguir estos requisitos. Nunca ha de intentar pasar de un modo abrupto del estado de relajación al de conciencia externa, porque puede causar un shok innecesario. Si esta misma precaución la tuviéramos cuando nos despertamos del sueño, nos ahorraríamos el rato, que a veces se prolonga a horas, de malestar, dolor de cabeza y falta de coordinación en los movimientos.



EFECTOS DE LA RELAJACIÓN

Parece mentira que este asana que parece consistir en la estatificación, este proceso de inmovilización mental, produzca efectos tan positivos. Y no obstante cuando se entiende bien la constitución de nuestra naturaleza, se ve claro que ha de ser así. Vivimos siempre en la superficie de nuestro ser, pero dentro de nosotros hay energías, dormidas, capacidades sin explotar, riqueza inagotable de disponibilidades. Unas de orden inferior, que vienen de nuestra herencia animal; otras, un poco más elevadas, que corresponden a períodos primitivos del desarrollo humano: impulsos de agresividad, de hostilidad, ambiciones, etc., y forman parte de nuestro inconsciente analítico. Pero también hay dentro de nosotros todo un mundo inmenso de energías espirituales, de capacidades que para nosotros son inaccesibles mientras estamos tan ocupados, tan obsesionados por nuestra actividad consciente externa.
Únicamente cuando cesamos en nuestra loca carrera se nos ofrece la oportunidad de tomar conciencia de lo que existe en nuestro interior; de lo elemental y primitivo, y de lo sublime también. Por eso es tan importante que la mente esté siempre lúcida, pues sólo así puede empezar a dirigir su atención hacia niveles aspiración espiritual, de conocimiento intuitivo, filosófico, o de amor de Dios, de sentimientos estéticos, etc. La mente es la que dirige el proceso y hace que uno descubra lo que hay en cada dirección; nuestra mente es el timón y no hemos de estar en ningún momento inertes, pasivos, porque podríamos ser víctimas de las presiones de nuestro inconsciente analítico o incluso de fuerzas más primitivas que se originan en el inconsciente colectivo o en otros niveles aún más primarios y elementales.
Para que la relajación sea una técnica positiva se ha de mantener en todo momento la atención central consciente que permite dirigir la marcha, controlarla, seleccionar estados, acelerar, etc. De este modo no se cae en un quietismo negativo, o en los peligros de las falsas espiritualidades o falsas místicas, en las que el abandono del hombre es total y en las que los iniciados son muchas veces víctimas de impulsos reprimidos, con frecuencia primitivos, que rebajan al hombre en vez de ennoblecerle.
Cuando la relajación se cultiva con asiduidad, se producen los siguientes efectos:

1º Un perfecto descanso del cuerpo, que se recupera con mayor rapidez que en el sueño profundo. Si uno está muy cansado por excesiva actividad o por caminatas o sobreesfuerzos físico, media hora de relajación consciente bien hecha, equivaldrá a tres o cuatro horas de sueño profundo.

2º Mejora el funcionamiento del cuerpo en general, y produce la curación de los trastornos originados por hiperactividad orgánica o por tensión, cuando uno se relaja, permite a la naturaleza restañar los trastornos que se debían a un mal funcionamiento por exceso de tensión. Las úlceras de estómago se curan, lo mismo que otros trastornos nerviosos funcionales. Hoy están de moda las distonías neurovegetativas; a través de técnicas como ésta se puede normalizar por completo la situación patológica o ligeramente anormal.

3º Aumenta la energía física, psíquica y mental, por el mecanismo antes apuntado de incorporación de energía al consciente.

4º Tranquiliza, aclara y profundiza la vida afectiva; porque la estabilidad, el silencio, la tranquilidad, permiten que uno sienta las cosas de un modo más profundo y más claro.

5º Permite descansar la mente a voluntad, la gran preocupación de los hombres de negocios y de acción

6º Aumenta asimismo la energía, claridad y penetración de los procesos mentales y el rendimiento mental en general.

7º Desarrolla nuevas facultades de percepción de tipo superior, sentimientos estéticos, intuición, sentimientos espirituales...

8º Se descubren nuevos estados subjetivos de interiorización, empezando a sentirse uno a sí mismo de otros modos que los habituales. Ahora vivimos en unos cuantos estados que nos son conocidos, de estar cómodos, o activos, etc.; pero con la relajación profunda estos estados se amplifican en sentido positivo y se aprende además a sentirse de nuevos modos con una gran serenidad, con profundidad interior, lleno de energía interna, etc.: son estados que se incorporan a la mente consciente y que uno puede evocar a voluntad. Cuando un estado lo hemos tenido muchas veces, lo podemos hacer venir de nuevo y situarnos en él. Pues bien, estos estados profundos que ahora nos vienen de un modo accidental, esporádico, al cultivarlos sistemáticamente mediante la relajación, se ponen a nuestro alcance y uno puede a voluntad, tener serenidad, energía, combatividad. Es decir, disponer de toda la gama de estados y facultades según desee, porque llegan a serle familiares. Como quien aprende a andar por su casa y conoce las habitaciones, y entra donde le parece y abre las puertas que quiere. Mientras que ahora es como si nuestra persona por dentro fuera un castillo encantado: tenemos miedo, no sabemos por donde entrar ni qué nos sucede.

9º Facilita el despertar del desarrollo de una conciencia auténticamente espiritual que surge de modo natural e inmediato, como consecuencia de haber retirado los obstáculos que le impedían manifestarse interiormente. La persona se aclara y se siente más ce
rca de sí misma, de los hombres y de Dios.

ARTE EN LAS ASANAS

POSTURAS O ASANAS


1. Son posturas, no movimientos

Se trata de posturas, no de movimientos; es decir, más que ejercicios dinámicos, son estáticos. Mientras en la gimnasia occidental los ejercicios se efectúan con rapidez y se repiten muchas veces, porque lo que interesa es sólo el efecto muscular, en el Yoga se adopta una postura física y se mantiene, pues se da importancia a la acción profunda que ejerce tal postura, consecuencia resultante de la permanencia cada vez mayor en la misma postura.
Uno de los requisitos primordiales de las posturas es que se aflojen todos los músculos que no intervengan en el ejercicio. Esta relajación, que implica a veces la distensión de otros grupos musculares profundos, no se puede conseguir si no es por medio de un adiestramiento sistemático. Un ejercicio que se hiciera rápidamente, aunque fuera varias veces, no daría tiempo para producir esta relajación profunda: en cambio si el ejercicio consiste en llegar a una postura corporal determinada y mantenerla, una vez conseguida dicha postura será conveniente relajar más y más toda la musculatura restante que no interviene en el mantenimiento de la postura, aflojando así muchas contracturas inútiles, casi siempre inconscientes
Los cambios fisiológicos de cierta importancia se producen también gracias a esta acción prolongada. Por ejemplo, en las posturas en que el cuerpo está invertido, con las piernas hacia arriba, se produce un efecto de relajación de toda la cavidad abdominal y sus órganos. Para conseguir de hecho esta relajación conviene prolongar la postura durante un buen rato, pues así es como se van aflojando los músculos de las paredes abdominales y muchos residuos que quedaron en los pliegues intestinales, por el efecto mecánico de la gravedad, se desprenden y entran en el circuito fisiológico normal de la función digestiva. Favorece, por lo tanto la limpieza del aparato digestivo y tiende a producir una curación radical del estreñimiento.
La permanencia prolongada en la misma postura relaja las tensiones y vicios musculares que mantenemos inconscientemente, pero llega un momento en que su acción es tan profunda que toca a los centros nerviosos y a las glándulas endocrinas, produciendo efectos más notables, ya no sólo fisiológicos, sino incluso mentales. De ellos hablaremos específicamente al describir los distintos asanas.
Prescindiendo de esta acción profunda, la postura mantenida tiende ya de suyo a inducir un estado determinado, propio en cada caso de la actitud corporal que se adopta en la ejecución de la postura. Mejor dicho, según la concepción, hindú, las modificaciones fisiológicas que la postura induce no determinan propiamente las transformaciones mentales de que hablábamos. Sino más bien el aspecto fisiológico de la transformación es resultado de los estados mentales que las posturas reportan. Para aclarar esta idea conviene recordar que el Yoga supone la existencia de un puente entre los fenómenos fisiológicos y los mentales. Este puente es la energía pránica, cuyo desplazamiento de un centro a otro en el hombre, produce las transformaciones fisiológicas y las mentales. El Hatha-Yoga pretende manejar estas energías, y lo hace insistiendo en determinadas posturas, que tienen la virtualidad de movilizar el prana o energía sutil. Por ejemplo, el Sarvangasana, postura invertida sobre la cabeza, es cierto que hace variar la presión de la sangre, favoreciendo el descanso del corazón, pero según la teoría pránica hindú es más importante el efecto que viene del hecho de invertir las polaridades del hombre. Pues la cabeza se pone en contacto con el prana de la tierra y el final de la columna vertebral se acerca a la energía que nos viene del Sol: esta inversión de polaridades permite una renovación interior de energía.

2. Suavidad y armonía en los movimientos

El Yoga, normalmente, no utiliza la violencia, sino la suavidad en los movimientos: sólo en dos o tres ejercicios hay que hacer uso de gestos bruscos y enérgicos; en los demás la norma es la suavidad en la ejecución: El Yoga busca movilizar la energía interior, y no precisamente para consumirla en el ejercicio puramente mecánico del esfuerzo físico.
Gracias a la suavidad en la ejecución, puede la mente dirigir el proceso, procurando que en cada momento se haga el movimiento justo, en el grado necesario para conseguir la postura. Y al pasar de nuevo de la postura a la actitud de descanso, hay que hacerlo también con toda suavidad. Esto refuerza el sistema nervioso, aumenta la vinculación de la mente consciente con nuestro organismo físico, y desarrolla la habilidad, es decir la adaptabilidad del cuerpo para moverse con soltura y desenvolverse bien en el mundo que le rodea.

3. Lentitud.

Otra característica es lentitud en la ejecución. Esta lentitud está destinada a que la mente tome plena conciencia de lo que está ocurriendo. Hay que facilitar la atención de la mente, que tiene que estar centrada en lo que sucede dentro, siguiendo toda la marcha del ejercicio paso a paso en las distintas fases de su ejecución. Y se consigue con la lentitud. Por eso suele decirse que lo que más favorece la ejecución de los asanas es la disposición interior, practicándolos como si se tratara de un rito. Y no por superstición, ya que no se les da ningún sentido mágico, sino porque predispone la mente para percibir en su totalidad el estado mental que evoca de por sí, automáticamente, cada postura. La mente se siente centrada, viviendo de lleno el ejercicio, lo que constituye un excelente adiestramiento de concentración, con todas sus consecuencias, como son ir tomando conciencia del cuerpo e incorporando así la energía corporal a la mente consciente, y sentir con mayor claridad las necesidades del cuerpo, es decir, que ayuda a sintonizar la mente consciente con la instintiva. Así podremos discernir en cualquier momento cuándo nos conviene comer un tipo de alimentos u otro, cuándo hace acto de presencia una enfermedad y qué medidas nos conviene adoptar para combatirla: se movilizan todas las defensas instintivas de la naturaleza humana, que habían quedado al margen de la mente consciente, habitualmente alejada de nuestra biología, y aislada en el mundo de nuestros problemas.

4. Atención

Es absolutamente necesario que en todos los ejercicios la mente siga el proceso con toda atención. Primero para ejecutar con todo detalle cada una de las fases del ejercicio.
Pero además la mente ha de dirigir el proceso conscientemente, en cada etapa. De ordinario, tenemos la idea externa del ejercicio y entonces damos orden a nuestros músculos para que adopten aquella postura. En el Yoga no basta que la mente inicie externamente la postura, sino que deben también tomar conciencia de todo el proceso físico que tiene lugar mientras se está realizando la postura, y esto exige una presencia interior continua que dirige y sigue cada movimiento. Si muevo un brazo, he de sentir que lo estoy moviendo, y que lo hago porque estoy queriendo hacerlo. No sólo darme cuenta de que he movido un brazo con la atención externa corriente, sino con una atención interna al hecho fisiológico del movimiento del brazo. Y así sucesivamente con todos y cada uno de los movimientos que hay que realizar en las distintas posturas.
La atención permite además profundizar en los estados. Aparentemente parece que una vez conseguida una postura ya no queda nada más que hacer en ella; pero no es así. La atención interior descubre de pronto, despues de estar tal vez varios meses practicando una misma postura, que en tal punto del cuerpo se está haciendo una fuerza inútil, contracciones parásitas que sólo pueden perjudicar. Y entonces, al aflojar un grupo de músculos o uno sólo, el ejercicio que parecía perfectamente dominado se transforma de repente por completo, experimentando la sensación nueva de que una fuerza desconocida abre la puerta hacia un nuevo estado.
Finalmente gracias a la atención incorporamos a la mente consciente la energía biológica liberada en cada ejercicio, que pasa a aumentar la seguridad y solidez interior, traduciéndose en fuente de paz y serenidad.

5. Respiración específica para cada postura.

Cada postura tiende a inducir un tipo de respiración.
En general, cada postura tiende de por sí a producir un tipo determinado de respiración. En unas será una respiración superficial, en otras profunda, en otras abdominal, o alta, o media, etc.

6. Economía de energía.

El último requisito muy importante y digno de tenerse en cuenta en la ejecución de los ejercicios de Hatha-Yoga es el de hacer la máxima economía posible de energía.
La gimnasia sueca exige un fuerte consumo de energía y hasta podríamos decir que se basa en él. Trata de ejercitar activamente los músculos, de aumentar la circulación de la sangre y producir una renovación de los tejidos. En el Yoga, aunque también tienen lugar estos efectos, como ejercicio corporal que es, la importancia se cifra en perfeccionar un solo ejercicio de forma que se pueda mantener la postura con el menor número de músculos, aflojando todos los demás y haciendo así un ahorro de energía. Y siempre, cuando se han terminado de practicar los asanas, se practica la relajación. Incluso al terminar cada asana hay también que descansar unos momentos. No se trata de gastar energía, sino de polarizar la necesaria en un punto sobre el que el asana produce una acción que con el tiempo se hace profunda, y al mismo tiempo que el resto del cuerpo descanse. Gracias precisamente a este aflojamiento general se logra una mayor profundización en la dirección que interesa en cada uno de los asanas. No es así de extrañar que la práctica prolongada del Yoga tenga unos efectos que a primera vista parecen desproporcionados. Tales efectos están condicionados a la perfección con que se ejecute el ejercicio en cuestión y al tiempo que se persevere en su práctica. Y suele decirse que la práctica en el Yoga se cuenta por años. Aunque debemos añadir que todo trabajo bien hecho se aprovecha del todo y empieza a surtir efectos inmediatos, por más que de momento no se perciba nada. En nuestro interior hay muchas capas de profundidad para las que estamos insensibilizados y por eso no percibimos los cambios que ellas se van verificando, sin embargo son efectivos y un día llegamos a percatarnos de ellos.



HATHA-YOGA
Antonio Blay.





HISTORIA DEL YOGA

CONTEXTO FILOSOFICO E HISTÓRICO DEL YOGA

Se pueden entender dos grandes núcleos de filosofías en la India:

Filosofías de origen ario. Las introdujeron los arios en su invasión en la India. Consideran que Dios está presente en todo el Cosmos, es como la esencia básica que fomenta todo el Universo.

Filosofías de origen dravídico. Son aquellas dependientes de la cultura que estaba establecida en la India antes de la llegada de los arios. Entienden que el Cosmos o Universo tiene dos constituyentes antagónicos: el constituyente de la materia y el constituyente del espíritu. El Yoga se ubica dentro de este grupo.

El Jainismo. Es la filosofía más antigua dentro de este grupo, muy anterior a la invasión de los pueblos arios. El jainismo considera que existe un principio espiritual, llamado “jiva” y un principio material llamado “ajiva”. El principio material tiene que purificarse para llegar a entrar en contacto con el principio espiritual. Consideran que la forma básica de purificación del principio material consiste en la abolición absoluta de todo movimiento kármico, es decir, la abolición absoluta de cualquier tipo de acción, a nivel físico o mental. Eso implica que las acciones que desarrollamos física o mentalmente condicionan un karma, unos resultados. El principio jaina indica que no se trata de desarrollar un karma bueno, acumulando acciones buenas, sino que hay que abolir todo tipo de acción, porque incluso el karma bueno representa un encadenamiento a la rueda de la vida, a la rueda de los nacimientos.

El Samkhya. Es otro sistema filosófico de origen dravídico que, lo mismo que el jainismo, considera que existe una sustancia material que es la “prakriti” y una sustancia espiritual que es el “purusa”. Hay que purificar la materia para llegar a entrar en contacto con el espíritu. La materia para llegar a entrar en contacto con el espíritu. La materia se puede presentar de tres modos, que son los tres gunas:

Tamas. Es el aspecto de la inercia, lo que tiende al no movimiento, en forma de abandono, dejadez, o inconciencia.
Rajas. Es el aspecto de movimiento, de esfuerzo, de lucha, de conquista.
Sattva. Es el aspecto de la conciencia, de la luminosidad, de la sabiduría.3

Se considera que hay que purificar la materia hasta el grado de llevarla a una vivencia sáttvica absoluta. Cuando toda la materia “prakriti”, es puro sattva, es capaz de reflejar el “purusa” que es el espíritu. Mientras la materia esté condicionada por aspectos de inconsciencia, dejadez o aspectos de lucha o de triunfo, estamos condicionados a seguir alejados de la vivencia del espíritu.

Es interesante conocer que en la práctica del Yoga físico, cualquier asana está condicionado por estos tres gunas. El asana se puede ver condicionada desde un aspecto tamásico, de abandono, o lo que es más frecuente, desde un aspecto rajásico, de esfuerzo, de lucha, de conseguir el asana, y lo que resulta más difícil es mantenerlo desde un aspecto sáttvico, desde una dimensión de luminosidad y conciencia, que es desde donde el asana tiene todo su interés.

CURSO DE FORMACIÓN PARA INSTRUCTORES DE YOGA
(Dr. Miguel Fraile (Centro Yogoterapia ASANGA, 25 noviembre 1995)