jueves, 7 de noviembre de 2013

MEDICINA PARA EL CUERPO, MEDICINA PARA EL ALMA, por Ramiro Calle

Hay una historia. Era un maestro espiritual que había cumplido los ciento diez años y estaba en el umbral de la muerte. Sus discípulos le preguntaron cómo había vivido tanto tiempo y explicó:  - Un día, queridos míos, me encontré inmerso en este cuerpo y esta mente. Me dí cuenta que eran los instrumentos que se me habían dado para efectuar el viaje de la vida. Por tanto, siempre los he tratado con todo cuidado, pero sin apego, sin obsesión. Ya que realizamos este viaje con un cuerpo y una mente, lo mejor es que los tengamos en la más perfecta armónía y así nos serán de ayuda en la larga marcha de la autorrealización. Como los recibimos, un día hermos de dejarlos. Para mí ha llegado ese día. Hice buen uso de ellos y ahora los abandono.
Somos una unidad psicosomática: un cuerpo y una mente. Todo lo que surge tiende a declinar, pero podemos retrasar o frenar esa decadencia si cuidamos esta organización psicosomática que somos. Por un lado hay que procurarle bienestar al cuerpo y por otro lado a la mente y, asimismo, coordinar lo mejor que se pueda la mente y el cuerpo.
Precisamente el término "yoga" es unión y, por extensión, fruncir o enlazar. Nos proporciona las enseñanzas y métodos para armonizar el cuerpo y la mente, para enlazarlos de manera idónea. Por eso el yoga se convirtió en el precursor de la ciencia psicosomática miles de años antes que estaciencia fuera tal en Occidente.   Hay cinco fuentes básicas de energía que debemos atender y equilibrar: la alimentación, la respiración, el descanso, el sueño y las actitudes mentales. Del mismo modo que hay que cuidar el alimento para el cuerpo, hay que cuidar el alimento para la mente. Hay vitaminas necesarias para el cuerpo, pero también las hay para el alma, como el amor, la compasión, la alegría, la ecuanimidad, la indulgencia y la paciencia.  Los primeros yoguis, hace más de siete mil años, descubrieron, por su propia experimentación, que todo lo que afecta al cuerpo repercute en la mente y que todo lo que afecta a la mente resuena en el cuerpo. Se anticiparon con mucho a la instrucción: "Mente sana en cuerpo sano", pero tambien descubrieron: "Cuerpo sano en mente sana".
Lo que en la sabiduría oriental se ha considerado el "trabajo interior" consiste en atender los distintos centros que componen la denominada "persona": el motriz, el instintivo,el emocional, el mental y el supramental o intuitivo. Para ello hay todo un copioso arsenal de ténicas y procedimientos, que han sido concebidos y ensayados desde la antiguedad. Este trabajo interior comporta equilibrar las cinco fuentes de energía ya citadas: comer equilibradamente, aprender a respirar, saber descansar (incluyendo saber relajarse), dormir profundamente y cultivar pensamientos y estados mentales positivos.  Asimismo, llevar a cabo el trabajo consciente sobre el cuerpo, que estriba en servirse del cuerpo como herramienta preciosa para desarrollar la consciencia, sea a través del hatha-yoga, la danza sagrada, el taichi o cualesquiera otro procedimiento psicosomático.
Tambien hay que entrenar metódicamente la atención mental, a través de la meditación sentada, por un lado, y luego estableciendo la atención en las actividades diarias. Es de gran utilidad para favorecer la unidad psicosomática la que se ha venido en llamar "la triple vigilancia", es decir estar más atento a la mente, la palabra y los actos. De ahí que Buda dijera: "Si te estimas en mucho, vigílate bien". Por supuesto ser más conscientes de las funciones fisiológicas y psíquicas, incluyendo comer conscientemente, el abrazo amoroso consciente y el contacto consciente con la naturaleza. Vivir cada momento con intensidad y plenitud, como si fuera el primero y el último. De esa manera tmabien estimulamos la neuroplasticidad y mejoramos el rendimiento del cuerpo y la calidad de la vida psíquica.
Hay que darle la bienvenida a todo método que ayude a equilibrar el cuerpo y sus aparatos y sistemas; asimismo a todos los procedimientos que cooperen en cuidar, ordenar y ejercitar la mente. Lo que hagamos a favor del cuerpo, será a favor de la mente y viceversa. Como el anciano de nuestra historia, ya que se nos han prestado estos instrumentos vitales, tratemos, sin apego, de  mantenerlos sanos, porque así podremos gozar de su valiosa enenergía en la senda hacia la libertad interior y estar más evolucionados el día que, inevitablemente, haya que soltarlos. Y en todo ese inento por armonizar el cuerpo y la mente, la mente y el cuerpo, tenemos una vez más que servirnos de la lámpara de la atención, porque como reza la antigua instrucción:
"El que  está atento está vivo, pero el inatento es como si ya hubiera muerto".

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