domingo, 20 de noviembre de 2011

El Yoga, integrador de nuestra personalidad


Uno de los problemas planteados en nuestro interior es la división que existe en  nuestra misma fisiología.

          Nuestro sistema nervioso está formado por varios sectores. Principalmente: un sistema nervioso central y un sistema nervioso autónomo o vegetativo, que a su vez se divide en otros dos: el simpático y el parasimpático. Cada una de estas unidades cuida de un tipo distinto de funciones por lo que sólo recibe una clase de experiencias; y así en nuestra mente son distintas las zonas donde se localizan estas experiencias, separadas unas de otras. El sistema nervioso central se relaciona con todo lo que percibimos del exterior y todo lo que hacemos de un modo consciente y voluntario. Los otros dos sistemas regulan las funciones vegetativas. Pero ambas cosas no están unificadas, por defecto de nuestra concienciación de nosotros mismos. El Yoga pretende restablecer el funcionamiento unitario de la persona. Yoga quiere decir unión, integración. Procede la raíz sánscrita yuj de la que también proceden las palabras españolas yugo, uncir, juntar. El Yoga tiende a unir todo lo que está disperso. Busca el origen de nuestro ser para integrar en él mediante un proceso sistemático, lo que anda desparramado.

          EL Hatha-Yoga ha de producir una integración del triple sistema nervioso: central, vago y simpático. ¿De que manera?

          Los tres sistemas se integran automáticamente cuando se profundiza en las vivencias tanto vegetativas, como volitivas. Profundizar quiere decir tomar conciencia de puntos más internos, donde los sistemas nerviosos están unificados. Esto supone que nuestra contextura nerviosa está ya formando una unidad, aunque nosotros no la vivimos porque residimos en los niveles más superficiales de nuestro sistema nervioso. Precisamente por esto nuestra mente está dividida. Pero según vamos tomando conciencia de los impulsos vegetativos, de las sensaciones de toda índole, de las acciones, se va conectando nuestra mente con esos niveles profundos, hasta llegar a sentirse uno a sí mismo en un nivel que se puede localizar incluso en la parte posterior de la cabeza, sobre la nuca, desde el cual se tiene la sensación de estar todo entero allí, en la perfecta unidad de todo el ser, y desde donde toda la personalidad se abre como un abanico manejado por nuestra mente consciente. Desde allí se encuentra uno a punto, lo mismo para apreciar matices en el plano de las sensaciones, como para cualquier actividad física, o para pensar en los temas más profundos. Se puede vivir simultáneamente el nivel vegetativo, el motor, el intelectual, etc. Naturalmente esta integración no es cosa de un día, sino la meta de un largo trabajo de conquista y de iluminación interior, después de haber ido tomando conciencia, lenta pero progresivamente, de niveles más profundos, donde nacen nuestros impulsos.

          Integrar así el sistema nervioso quiere decir unificar la personalidad, pues en cada momento determinado disponemos de las experiencias y la capacidad íntegra de todos los  niveles de nuestra personalidad. Mientras que ahora cada tipo de experiencia forma una unidad diferente de las otras, un mundo distinto, una especie de subpersonalidad aparte de las otras: nos sentimos de distinto modo a nosotros mismos cuando realizamos nuestras funciones vegetativas que cuando charlamos o cuando trabajamos, o damos una orden, etc, y nuestras reacciones son cada vez de un orden específicamente distinto. En el fondo soy yo mismo en cada cosa, pero no me vivo así, sino en unidades fraccionarias, porque nado en la superficie de mi mismo, cuando llegue a hacer efectiva mi integración, apoyándome en el punto central que unifica mi ser en todo momento, estaré lúcido, sintiéndome yo mismo en todo con la plenitud de mis disponibilidades.
          En resumen:
          El Yoga adiestra en:
      • La postura,
      • El tono muscular,
      • La respiración.

Para limpiar interiormente el cuerpo, con los consiguientes efectos curativos y de rejuvenecimiento.
          Todo ello con el fin de preparar la mente, liberándola de ideas parásitas, haciéndola transparente y estable, para el trabajo mental, la meditación y la concentración.

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