Se tiene que enfocar la vida como es y proceder en consecuencia. No es un reino de felicidad, se dan problemas y circunstancias adversas, surgen acontecimientos felices y desgraciados, hay que aprender a vivir la vida tal como es. Los venenos de la mente fomentan una atmósfera interior enrarecida y engendran desdichas y miedos.
Hay que luchar contra ellos, es aconsejable hacer todo lo posible por sentirse bien, sin dejar de respetar el bienestar de los demás. Si uno se siente bien, compartirá ese bienestar con los demás, pero, ¿qué se va a compartir si se está lleno de pesadumbre, odio, agresividad y malhumor?, la confusión, la ansiedad y la depresión son estados contagiosos, nadie los desea, a nadie le apetece padecerlo pero ¿qué se va a compartir si se está lleno de odio y malhumor?, Un buen antídoto contra estas situaciones es pensar en los demás.
LAS CUATRO EMOCIONES
Son cuatro emociones tan hermosas y saludables que Buda las denominaba las cuatro sublimidades y también las Santas Moradas.
Todo ser humano si quiere conseguir una verdadera paz interior debe cultivarlas, son:
AMOR.
COMPASIÓN.
ALEGRÍA COMPARTIDA.
ECUANIMIDAD.
EL AMOR
No hay mejor bálsamo que el amor, cuando el amor es verdadero es un amor para siempre; es el verdadero antídoto contra el afan de venganza, la ira, el odio, el resentimiento. Enseña a perdonar y el que más se beneficia es el que ama, porque el amor exhala una soberbia energía de integración y plenitud.
El que ama acepta a las personas como son y sabe descubrir las necesidades ajenas y atenderlas, lo mismo sabe retener que soltar, pone alas a la libertad, colabora en el crecimiento del ser amado. Ayuda a superar adversidades, se deleita en compartir, disfruta identificándose con los problemas ajenos y encuentra en sí mismo armonía y equilibrio, no en intento por poseer o dominar. Es un amor fraternal sin exigencias, mediante el que se desea lo mejor para el amado. Haciendo lo posible por no hacerle daño, es el amor desde la independencia sin contaminaciones psicológicas ni egocéntricas y con un gran poder de integración.
COMPASIÓN
La compasión consiste en estremecerse ante el dolor ajeno, resultar sensible al mismo e identificarse con las aflicciones de los demás. Es una actitud de sensibilidad exquisita ante el sufrimiento de los otros seres en lugar de ser indiferente. Esta emoción es ternura, que no se sensiblería, es el antídoto contra la impasibilidad y el egoísmo, nada mueve tanto como la compasión verdadera que no hay que confundir con la sensiblería. La compasíón supone ayudar a los demás, tratar de aliviar su sufrimiento y resolver sus problemas, prestando ayuda material y espiritual. La verdadera compasión evita dañar a cualquier ser, engrandece y tiende puentes de verdadera amistad, despierta confianza y estimula el crecimiento interior. Nos hace amables, sensibles y verdaderamente humanos. El amor y la compasión son hermanos gemelos.
ALEGRÍA COMPARTIDA
Es el mejor remedio contra la envidia. Representa el contento por la felicidad y éxitos de los demás. El júbilo es una energía muy revitalizante y poderosa. Se trasvasa de un corazón a otro creando una atmósfera de de alegría y plenitud, mediante la compasión nos identificamos con el sufrimiento de los otros, mediante la alegría altruista celebramos sus éxitos y su felicidad. La alegría compartida ayuda a superar los celos, la envidia y la aversión, amor, compasión y alegría altruista nos acercan a los demás.
ECUANIMIDAD (La cualidad de las cualidades)
Cuando ya no es posible hacer nada, sólo nos queda el refugio de la cuarta cualidad que llamamos ecuanimidad. Es igualdad de ánimo, equilibrio, firmeza y armonía. Representan la tolerancia y la capacidad para ver más allá del ego y no dejarse atrapar en trampas perniciosas.
Ecuanimidad es el arte de no reaccionar desmesuradamente, es la comprensión clara de los hechos.
Hay vida y muerte, encuentro y desencuentro, ganancia y pérdida, placer y dolor, triunfo y derrota, halago e insultos. La persona ecuánime mantiene su equilibrio en todas las circunstancias, todo es transitorio.
La persona ecuánime mantiene siempre su equilibrio porque no se altera innecesariamente