Todo está en la mente. La
mente es el reflejo de nuestro mundo exterior y del interno. Es el elemento
constitutivo más importante del ser humano, a excepción del Sí mismo. Puede ser
origen de gozo y fuente de calor. Para una gran mayoría de los seres humanos la mente es una fábrica
de sufrimiento. Las corrientes psicomentales están animadas por el prana, de la misma manera que lo está el cuerpo, ya que el prana admite numerosas
manifestaciones. Para que la mente sea fuente de gozo debe alcanzar un estado
de pureza, es decir, de ecuanimidad, de armonía, cultivando los factores de totalidad y
plenitud, liberándose de esquemas prehumanos, códigos y condicionamientos Para ir obteniendo la purificación del contenido de la mente
es preciso un ejercitamiento minucioso e intenso. Al conquistar su mente, el yogui se está conquistando a sí mismo. Esta es la
conquista, como dice el Buda, más importante y significativa.
Es la mente en un estado de deterioro la que genera
conflicto, división, contradicción. Una mente así está ofuscada y no puede ver
las cosas evitando el trasfondo contaminante y distorsionante de sí misma. Una
mente así mancilla la realidad y la deforma. La conquista de la mente
representa una apertura hacia la naturaleza real. Conquistar la mente quiere
decir ponerla bajo el yugo de la voluntad, pensar voluntariamente o de la misma
forma dejar de pensar, no ser proyectado por los pensamientos y poder servirse
felizmente de todas las potencias del centro mental. Una mente desintegrada
repercutirá muy nocivamente sobre el organismo hasta terminar dañándolo sin
remedio, una mente desintegrada creará continua hostilidad e incertidumbre y
producirá malestar con respecto a sus semejantes; una mente desintegrada y
coloca al individuo sobre arenas movedizas y frustra toda posibilidad de
serenidad. La conquista de la mente provoca un ensanchamiento de la
consciencia, que es verdadero conocimiento libertad. Entonces, el Sí mismo se
refleja en el imperturbable contenido mental, una vez las corrientes
psicomentales van cesando.
Hay que aprender a controlar las funciones de la
mente. El aspirante tiene que evitar dejarse envolver por las identificaciones
mentales, por aquellas formas que adopta la mente al fijarse en el objeto. La
desidentificación de las formaciones y actividades mentales permite el
establecimiento en la naturaleza original. El yogui logra la inhibición de los procesos
mentales a su libre albedrío y durante el período de tiempo que lo cree
necesario. Puede también, cuando lo considera oportuno, operar con su mente
ordinaria, recurriendo a los procesos pensantes comunes. Si en un momento dado
el individuo es capaz de situarse más allá de la influencia de sus estados
anímicos y de la dinámica de su órgano psicomental, podrá experimentarse tal y
como es, estar en sí mismo en toda su pureza. La austeridad, el esfuerzo por la
estabilidad, las técnicas de interiorización e incluso las técnicas psicofísiológicas,
tienden a domeñar la mente, a someterla a voluntad, a unificar la consciencia.
El yogui, mediante verificación personal, aprende a conocer y comprender los
diversos estados de la mente. Sólo a través de ese conocimiento y comprensión
puede dominarlos. Y el yogui se hace un experto en provocar o suprimir diversos
estados de la mente.
CONCENTRACIÓN SOBRE LO INFINITO Y LO INFINITESIMAL.
El yogui se refuerza por romper los
límites ordinarios de la mente, por dinamitar la rutina mental habitual, sus
esquemas y conformaciones limitadoras y condicionantes. En su empeño por
ensanchar el campo de la consciencia, utiliza ejercicios como el que
describimos a continuación:
·
Adopte una postura de meditación, relájese
tanto como pueda, pero manteniendo el tronco erguido, y efectúe respiraciones
lentas, regulares y pausadas.
· Al inspirar visualice que se expande hasta
convertirse en un inmenso y descomunal océano. Sienta cómo se expande, cómo se
desarrolla.
·
Visualice que se convierte en ese océano
sin límites, omniabarcante y total. Al exhalar, recójase más y más en lo más
profundo abismal de usted mismo y visualice que en su interior se reduce
a una minúscula gota de agua.
· Así, al inspirar se expande más y más,
como si rompiese todos sus límites físicos mentales convirtiéndose en la
totalidad. Y al espirar, se interna más y más en usted mismo, recogiéndose en
lo más íntimo y profundo de su hogar interior.
CONCENTRACIÓN SOBRE SU
PROPIO CUERPO.
No deje de utilizar
su propio cuerpo para convertirlo en soporte de la atención. Tales ejercicios
son beneficiosos en todos los sentidos, no lo dude. Seleccione una zona del
cuerpo, cualesquiera que sea, fije la atención mental sobre ella y esfuércese por
tratar de rescatar una sensación lo más vivida posible de esa zona. Sienta esa
zona, experiméntela vívala, abstrayéndose de cualquier otra zona del cuerpo.
Sólo existe durante el ejercicio, la zona seleccionada. Siéntala más y más,
persevere, insista. Poco a poco irá percibiendo con toda fidelidad la zona
seleccionada. Cada vez obtendrá una sensación más intensa.
Tomo 4.
Colección fascículos de Yoga.
Ramiro Calle
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