Parece
mentira que este asana que parece consistir en la estatificación, este
proceso de inmovilización mental, produzca efectos tan positivos. Y no
obstante cuando se entiende bien la constitución de nuestra naturaleza, se
ve claro que ha de ser así. Vivimos siempre en la superficie de nuestro
ser, pero dentro de nosotros hay energías, dormidas, capacidades sin explotar,
riqueza inagotable de disponibilidades. Unas de orden inferior, que vienen
de nuestra herencia animal; otras, un poco más elevadas, que corresponden a
períodos primitivos del desarrollo humano: impulsos de agresividad, de
hostilidad, ambiciones, etc., y forman parte de nuestro inconsciente
analítico. Pero también hay dentro de nosotros todo un mundo inmenso de
energías espirituales, de capacidades que para nosotros son inaccesibles
mientras estamos tan ocupados, tan obsesionados por nuestra actividad
consciente externa.
Únicamente cuando cesamos en nuestra loca carrera se nos ofrece la
oportunidad de tomar conciencia de lo que existe en nuestro interior; de lo
elemental y primitivo, y de lo sublime también. Por eso es tan importante
que la mente esté siempre lúcida, pues sólo así puede empezar a dirigir su
atención hacia niveles aspiración espiritual, de conocimiento intuitivo,
filosófico, o de amor de Dios, de sentimientos estéticos, etc. La mente es
la que dirige el proceso y hace que uno descubra lo que hay en cada
dirección; nuestra mente es el timón y no hemos de estar en ningún momento
inertes, pasivos, porque podríamos ser víctimas de las presiones de nuestro
inconsciente analítico o incluso de fuerzas más primitivas que se originan en
el inconsciente colectivo o en otros niveles aún más primarios y
elementales.
Para que la relajación sea una técnica positiva se ha de mantener en todo
momento la atención central consciente que permite dirigir la marcha,
controlarla, seleccionar estados, acelerar, etc. De este modo no se cae en
un quietismo negativo, o en los peligros de las falsas espiritualidades o
falsas místicas, en las que el abandono del hombre es total y en las
que los iniciados son muchas veces víctimas de impulsos reprimidos, con
frecuencia primitivos, que rebajan al hombre en vez de ennoblecerle.
Cuando la relajación se cultiva con asiduidad, se producen los siguientes
efectos:
1º Un perfecto descanso del cuerpo, que
se recupera con mayor rapidez que en el sueño profundo. Si uno está muy
cansado por excesiva actividad o por caminatas o sobreesfuerzos físico,
media hora de relajación consciente bien hecha, equivaldrá a tres o cuatro
horas de sueño profundo.
2º Mejora el funcionamiento del cuerpo en
general, y produce la curación de los trastornos originados por
hiperactividad orgánica o por tensión, cuando uno se relaja, permite a la
naturaleza restañar los trastornos que se debían a un mal funcionamiento
por exceso de tensión. Las úlceras de estómago se curan, lo mismo que otros
trastornos nerviosos funcionales. Hoy están de moda las distonías
neurovegetativas; a través de técnicas como ésta se puede normalizar por
completo la situación patológica o ligeramente anormal.
3º Aumenta la energía física, psíquica y
mental, por el mecanismo antes apuntado de incorporación de energía al
consciente.
4º Tranquiliza, aclara y profundiza la vida
afectiva; porque la estabilidad, el silencio, la tranquilidad, permiten que
uno sienta las cosas de un modo más profundo y más claro.
5º
Permite descansar la mente a voluntad, la gran
preocupación de los hombres de negocios y de acción
6º Aumenta asimismo la energía, claridad y
penetración de los procesos mentales y el rendimiento mental en general.
7º Desarrolla nuevas facultades de percepción
de tipo superior, sentimientos estéticos, intuición, sentimientos
espirituales...
8º Se descubren nuevos estados subjetivos de
interiorización, empezando a sentirse uno a sí mismo de otros modos que los
habituales. Ahora vivimos en unos cuantos estados que nos son conocidos, de
estar cómodos, o activos, etc.; pero con la relajación profunda estos
estados se amplifican en sentido positivo y se aprende además a sentirse de
nuevos modos con una gran serenidad, con profundidad interior, lleno de
energía interna, etc.: son estados que se incorporan a la mente consciente
y que uno puede evocar a voluntad. Cuando un estado lo hemos tenido muchas
veces, lo podemos hacer venir de nuevo y situarnos en él. Pues bien, estos
estados profundos que ahora nos vienen de un modo accidental, esporádico,
al cultivarlos sistemáticamente mediante la relajación, se ponen a nuestro
alcance y uno puede a voluntad, tener serenidad, energía, combatividad. Es
decir, disponer de toda la gama de estados y facultades según desee, porque
llegan a serle familiares. Como quien aprende a andar por su casa y conoce
las habitaciones, y entra donde le parece y abre las puertas que quiere.
Mientras que ahora es como si nuestra persona por dentro fuera un castillo
encantado: tenemos miedo, no sabemos por donde entrar ni qué nos sucede.
9º Facilita el despertar del desarrollo de
una conciencia auténticamente espiritual que surge de modo natural e
inmediato, como consecuencia de haber retirado los obstáculos que le
impedían manifestarse interiormente. La persona se aclara y se siente más
cerca de sí misma, de los hombres y de Dios.
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